María recibe el cuerpo sin vida de su hijo en sus brazos. Este momento refleja una imagen de dolor y ternura, similar a cuando lo sostuvo al nacer, pero ahora cargada de tristeza. María, la Madre Dolorosa, acoge en su regazo el sacrificio total de Jesús.
Este dolor nos habla de la necesidad de aceptar la muerte como parte del proceso de redención y de cómo, a través del amor, podemos encontrar sentido en la pérdida. María nos invita a sostener con amor y compasión a quienes sufren, especialmente en los momentos de mayor desolación.