Al recibir el aviso de huir a Egipto para salvar a Jesús del rey Herodes, María enfrenta la incertidumbre de dejar su hogar y convertirse en refugiada. Es un dolor profundo, no solo por el riesgo físico, sino por el desarraigo y la vulnerabilidad que conlleva huir a un lugar desconocido.
Este dolor nos recuerda a todas las familias que sufren el exilio, la migración forzada y la persecución. María nos enseña a mantener la fe y la confianza en Dios incluso en los momentos de mayor inseguridad y desamparo.