Durante tres días, María y José buscan a su hijo Jesús, experimentando una angustia indescriptible. Este dolor revela la profundidad del amor maternal de María y su vulnerabilidad humana. Al encontrar a Jesús en el templo, María no comprende de inmediato el plan divino, pero acepta su misterio con humildad.
Este dolor nos recuerda que a veces podemos perder de vista lo que más amamos o creemos haber perdido el sentido de nuestra vida espiritual, pero como María, debemos confiar en que Dios siempre nos guía hacia el encuentro con Él.